¡OH glorioso Cacique Naiquatá!
Hoy acudo ante ti para suplicarte
que de hoy en adelante
seas mi escudo y protector,
que me defienda de los malos monjes
y los falsos profetas que intentan
colocar piedras y espinas en mis caminos.
Amén
Se enciende una vela blanca
y se pide la gracia deseada.
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